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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

No hay producto sin fiscalidad ajustada

27 de enero de 2016

El auge de las apuestas deportivas ha sido un revulsivo económico para el juego. Se ha convertido en baza esencial para inyectar brío a los salones y una pieza de reactivación para los locales que las explotan. A las apuestas ha llegado un nuevo segmento de mercado, que incluye un promedio de edad más joven, y que puede contribuir hacia el acercamiento a otras modalidades de azar.

El éxito de las apuestas descansa en la extraordinaria popularidad del deporte en la sociedad, y muy en particular el fútbol, que permite ejercer influencia sobre un nicho de mercado muy potente desde la perspectiva de la demanda. Cualquier acontecimiento deportivo de relieve moviliza interés global y genera discusión y pasiones, Y promueve la tentación de la apuesta que presenta, además, un variadísimo arco de opciones. El producto, por tanto, goza de general aceptación y funciona.

¿Hubieran representado las apuestas lo que hoy representan para la marcha de los negocios del juego de no ser gravadas con una fiscalidad ajustada y razonable ? Es indiscutible que no. Y la prueba está en que ha habido Administración que tuvo que rectificar los porcentajes porque de no hacerlo así el negocio carecía de viabilidad y aliciente para las empresas.

Cuando tanto se habla de la búsqueda de nuevos productos para los bingos, de más prestaciones de las máquinas, de interconexiones o sistemas electrónicos para casinos o salones el secreto del triunfo tiene un único nombre: fiscalidad. Por descontado que previamente habrá que probar el producto y comprobar su fiabilidad y el grado de aceptación por parte del público. Y una vez comprobados éstos requisitos dotarlo de una tributación razonable, pues de lo contrario por muy innovador que sea y mucha depuración tecnológica que tenga no funcionará para las salas de juego.

El Bingo Electrónico en sus distintas denominaciones es un claro ejemplo: resulta interesante como producto, al margen de constituir un paso al frente para romper unas barreras tradicionales anquilosadas, por lo que significa como corrección de una tributación confiscatoria. Y eso es algo que ahora se verá en Madrid con la implantación del Dinámico.

Cualquier nuevo producto a ensayar en los distintos subsectores demanda el requisito ineludible de una fiscalidad muy ajustada. Si las Administraciones no toman conciencia de ello que se olviden de su implantación. El ejemplo de las apuestas les vale.