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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Soñemos todos con loterías

8 de marzo de 2016

Todas las noches, antes de acostarme, me asomo a la ventana televisiva que emite los sorteos de Loterías. Y me baila en la mente, durante un rato el mensaje escuchado: puedo hacer uno, dos y hasta tres viajes maravillosos por el mundo. Para conseguirlo no tengo más que invertir unos euretes comprando  un billete para cualquier sorteo. Y sino me conformo con el viaje de fantasía puedo hasta tener un coche de ésos que nublan la vista.

Y tanto le doy vueltas a éstos deseos que quiero hacer realidad que hasta me acechan en sueños. Y sueño con que me traslado a paisajes y países de película y disfruto entre palmeras y cocoteros de unas vacaciones paradisíacas en las que es posible encontrar de todo: belleza, alegría de vivir, diversión y sosiego. Y todo gracias a Loterías a la que nunca podremos pagarle tantísima ilusión como nos vende una noche sí y la siguiente también.

Ya sabes: si sueñas, Loterías. Y de ésa muletilla cotidiana se alimentan millones de sueños españolitos que tientan a la suerte y sacan de sus bolsillos, muchas veces casi escurridos, unos euros para invertir en una mañana mejor jugando al décimo, a la primitiva, a la quiniela, al euromillón y a una amplia variedad de opciones porque Loterías agranda cada vez más nuestros sueños poniéndonos delante más ofertas y más posibilidades de gastar. Esta publicidad de Loterías, que cala en el ánimo de muchas gentes, que invita a salir de los apuros y desprenderse de estrecheces, que plantea una oportunidad única para convertir en algo tangible lo que no pasa de ser una quimera, es una lícita estrategia comercial envuelta en el celofán del buenismo, del deseo que uno quiere acariciar, de la esperanza que se da por perdida y, a lo mejor, quién sabe, puede materializarse. Y a partir de ahí: ¿Porqué no gastarse unos euritos, muchos o pocos según el tamaño del bolsillo y las ganas de ver cumplidos los sueños, y comprar Loterías…?

Es gratis soñar todas las noches pensando en las esperanzas que ganaremos con Loterías: los viajes, uno, dos o los que sean con destinos que nunca acertamos a vislumbrar. Y automóviles de lujo. Y acercándonos a la Navidad nos haremos mejores personas por obra y gracia de Loterías: que nos habrá enseñado a ser más sensibles, más sentimentales y con más propensión a soltar una lagrimita al devolverle a aquél pobre hombre el dinero del décimo que no llegó a jugar. Todo, sueños y acciones, extraordinariamente felices. Lo dicho: a soñar con loterías. Aunque sea a costa de invitarnos a jugar…