Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

La tentación del control periodístico

7 de mayo de 2024

Estoy metido en el fregado periodístico más de medio siglo. Conozco por experiencia los entresijos de la profesión desde la óptica del currante que escribe, y yo lo vengo haciendo a diario desde hace un puñado de años, y también desde el plano empresarial. En ambos casos ha existido siempre una tentación manifiesta para tratar de influir y de controlar al que escribe y al que edita. Y para ello nunca faltan las presiones, las opciones de compra de voluntades o las amenazas directas por disconformidad con lo que uno publica o con la línea editorial de un medio.

Uno por edad y por veteranía en estas lides, habitualmente procelosas del periodismo, está curado de muchos recaditos destinados a interferir en su labor cuando no de mensajes taxativos para modificar el rumbo de la publicación y someterla al criterio dimanado de un grupo o unas personas. Son gentes o compañías de sensibilidad extrema, podríamos calificar de finísima, que cuando interpretan que una información o una noticia no se ajusta a sus particulares coordenadas mentales, no dudan un segundo en manifestar su malestar e irritación y se permiten recurrir a la amenaza velada o directa sin más preámbulos como signo manifiesto de su descontento. Gentes o empresas en las que se han prodigado los elogios o felicitaciones hacia ellos en multitud de ocasiones por el medio periodístico en cuestión sin que fuera merecedor del menor signo de gratitud o reconocimiento. Las cosas, en no pocos casos, discurren por éste camino.

Cuando surgen situaciones de ésta naturaleza, que suelen reincidir con más frecuencia de la esperada, la mejor receta es la del impermeable. Es decir aguantar el chaparrón con estoicismo, no entrar al trapo de la contienda y esperar a que el temporal amaine. Ello no debe ser obstáculo para que el periodista siga fiel al dictado de aquello que le inspira el ejercicio de su profesión y el editor mantenga fuera de contaminaciones no deseadas la trayectoria de su medio. Las obsesiones por controlar e imponer pautas de comportamiento seguirán. Pero mientras tanto: aquí paz y allá gloria.

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