Lo he repetido en infinidad de ocasiones y me reitero en idéntico criterios: Las ferias, los eventos sectoriales de arraigo y renombre entrañan un hecho importante: fomentar el espíritu de confraternización en el sector. Acercar a las gentes, estimular relaciones, recuperar afectos, iniciar contactos, sellar acuerdos y auspiciar abrazos nacidos de afectos entibiados por el tiempo transcurrido.
La faceta comercial por descontado que resulta determinante en cualquier convocatoria ferial. Y en el caso de ICE 2025 no hablamos de una cita más en el calendario anual del juego. Nos estamos refiriendo a un evento único, de resonancia mundial y que aporta a los mercados internacionales la exhibición de los últimos productos surgidos de las factorías más destacadas del orbe que son las que permiten que la industria avance, convenza y sea capaz de fortalecer su posición para y estimular a los usuarios habituales y captar otros que garantizan la progresiva renovación del público objetivo aficionado a las prácticas de diversión y entretenimiento.
Dando por prioritario todo lo descrito, con citas como las de ICE 2025 representan una máquina perfecta para fortalecer las estructuras de la industria, tanto desde la perspectiva de la oferta que gana enteros en cuanto a originalidad e innovación, como desde la que apuntábamos con anterioridad: ésa suma de reencuentros, de volver a la charla con el amigo, de cambiar la impresión con el que te suministra noticias y te pone al día. El placer de compartir un vino y una cerveza con el compañero distante, con el profesional atento, con el comercial que sabe lo que necesitas y sabrá asesorarte llegado el caso. Son gestos, palabras, actitudes, efusiones que cuentan y mucho a la hora de hacer inventario sobre las razones que influyen y son determinantes de una feria. Y en ICE, no cabe la menor duda, han dejado sentir sus efectos para mucha gente. Cuya vuelta a los rostros conocidos resultó motivo de sana alegría.