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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Intervenir los restaurantes

7 de marzo de 2024

La ideología comunista, fiel a sus orígenes del ordeno y mando, es muy estricta en cuestión de comportamientos comunes. Todo debe ir perfectamente sincronizado a la hora de trabajar, de expansionarse o de divertirse. Para eso se establecen un conjunto de reglas de las que no hay que apartarse ni una línea pues así lo han decidido desde la revolución los comisarios políticos encargados de hacer cumplir a rajatabla los dogmas dimanados del aparato del partido.

Yolanda Díaz, la flamante vicepresidenta, que es un dechado de virtudes estéticas y rinde tributo a la última moda, también muestra la mayor subordinación a los dictados ideológicos, faltaría más. Y fruto de ello es su tribulación pública al escandalizarse por el hecho de que los restaurantes de Madrid permanecen abiertos hasta la una de la madrugada. ¿ Que has dicho? La vice ha mostrado su rechazo a horarios tan prolongados y amenaza con ocuparse del asunto, supongo que será aduciendo lo de la explotación laboral del sector camareros y otras monsergas similares tan pasadas de rosca como superadas por la realidad social.

Pienso que en el fondo lo que le pide el cuerpo a la señora Díaz es intervenir los restaurantes madrileños. Meter las narices en sus pautas de funcionamiento y adecuarlas a los criterios propios de la uniformidad comunista. Es decir que para almorzar o cenar en la Comunidad habría que pasar por la sujeción a unos cuadros horarios tipo cuartelero al objeto de tenerlo todo, absolutamente todo en éste y otros sentidos, perfectamente controlado. Una demostración palpable de hasta dónde llegan los tintes autoritarios de las «democracias” de esencia comunista.

En Madrid los restaurantes se sienten dueños de su libertad y abren y cierren, respetando las normas establecidas, adaptándose a las pautas que les marca su propia clientela. Que la señora Díaz ponga el grito en el cielo y entre en cólera por estar de servicio a la una de la madrugada es una muestra más de sus tentaciones totalitarias, propias de una tonta vestida de Armani cuyas entendederas no van mucho más allá de las teorías comunistas. Ya saben: a intervenir los restaurantes. Para troncharse de risa.