ZITRO se asoma un día sí y otro también al balcón informativo. Y desde allí lanza al viento de la calle noticias, anticipa proyectos, presenta nuevos productos, anuncia incorporaciones y fichajes, da cuenta pormenorizada de una actividad frenética y divulga un relato que lo que primero deja traslucir es nervio empresarial, inquietud constante que se retroalimenta de manera permanente.
Ese estar de manera notoria en el foco de la actualidad, en el primer plano de la noticia es algo muy propio del capitán que marca el rumbo de ZITRO. El que lo está llevando a los mejores puertos y el que está logrando que su navegación se despliegue con el viento a favor y alcance una velocidad de crucero que no deja de causar admiración por lo que tiene de intrépida y audaz.
ZITRO y su equipo humano, bien preparado y mejor seleccionado, se miran en el espejo de quién marca las coordenadas del trasatlántico que es la compañía. Un empresario con nervio, inquieto, autoexigente, que se exige y exige en idéntica proporción a los suyos porque es consciente de que sólo así se alcanzan metas y conquistan objetivos. Un personaje con una cabeza en permanente estado de ebullición que piensa, proyecta, crea y sueña para que ZITRO sea cada vez más lo que de hecho es hoy: un grupo global con presencia muy destacada en los mercados internacionales del entretenimiento y la diversión.
Johnny es un emprendedor nato. Un cerebro alerta que gira y da vueltas para que los productos de ZITRO obtengan lo más difícil en el universo del juego y de la industria en general: un sello diferenciador, una chispa de originalidad que atrapa y convence. Eso es algo muy valioso que sirve para acreditar la vigencia y éxito de una marca.
ZITRO está en el candelero. Y Johnny esboza una amplia sonrisa, propia de los triunfadores con duro esfuerzo.
