Rufino Merino Retuerta, abogado, ha cumplido años. El año de su nacimiento no es necesario revelarlo. Lo importante de la efemérides personal de Rufino es que lo ha celebrado en paz y armonía con su familia, sintiéndose arropado y muy querido, y encontrándose físicamente como un chaval, con una mente despierta y alerta, como lo ha estado a lo largo de su existencia y dando sobradas muestras de una lucidez envidiable.
Cuando se escriba la historia del bingo en España, con sus capítulos en blanco y negro y sus múltiples peripecias de todo tipo, Rufino Merino tiene reservado un espacio para ser leído con avidez. Su nombre está estrechamente ligado e ASEJU, a la primera etapa asociativa del bingo, cuando la influencia de la entidad traspasaba ampliamente los lindes de Madrid y ejercía las funciones de patronal del sector. En ésa fase y en las posteriores el trabajo desarrollado por Rufino Merino, en los ámbitos jurídico y laboral, resultó tan eficaz como beneficioso para los intereses empresariales. Y llevó a cabo su labor siguiendo unas pautas de comportamiento que han sido una constante en su existencia: desde un segundo plano, sin ningún ánimo de notoriedad y menos de relumbrón personal.
Tengo que remontarme a más de cuarenta años atrás. Una época en la que mantuve una relación muy fluida con ASEJU y sus directivos, y en particular con Paco Manzano y Rufino Merino. Dos pilares sólidos que marcaron el inicio del asociacionismo dentro del sector. De Rufino admiré hasta hoy su sentido de la caballerosidad y ése señorío innato que lo ha distinguido a lo ancho de su existencia. Y que han sido una constante en su vida y en su quehacer profesional.
De tal palo tal astilla. A Rufino Merino le cabe la íntima satisfacción de ver como su hijo José Luis es un eficaz continuador de su trabajo en ASEJU, del que puede sentirse legítimamente orgulloso. El apellido Merino llena ya muchas páginas de la asociación. Don Rufino, felicidades, fuerte abrazo y que siga usted tan pimpante.
