SECTOR ha pulsado la opinión de destacados representantes del bingo. Ha querido saber que piensan y a que aspiran para que sus negocios se mantengan y alcancen proyección de futuro. Y de sus declaraciones surge una pretensión unánime: Hay que rejuvenecer el bingo, darle un aíre más moderno y atrayente, ponerlo a la altura de los tiempos que corren, acompasarlo a los avances tecnológicos que se vienen registrando en todos los planos de la vida cotidiana.
Sería injusto negar que el bingo ha ido evolucionando de unos años a ésta parte. De no hacerlo su anquilosamiento hubiera sido total y habría desembocado en unas salas desiertas de público. Pero los avances, a tenor de lo que dicen los empresarios, han sido pasos cortos, insuficientes para revitalizar un sector que viene perdiendo masa clientelar de manera progresiva. Lo que ponen de manifiesto los que llevan las riendas del negocio es que se tienen que producir cambios de mucho calado para que el sector tenga futuro y visos de supervivencia entre tanta oferta de juego.
El bingo jamás recobrará el potencial de público que registró en sus inicios. Asumiendo ésta realidad de lo que se trata es de perfilar un mañana que contribuya al mantenimiento de las salas en condiciones económicas dignas. Y que pasa por potenciar sus alternativas de juego, introduciendo nuevos sistemas y productos y aplicando en materia de pagos las opciones que brinda la tecnología y que se utilizan de manera habitual en las transacciones comerciales. Sin olvidar, por descontado, un punto clave: la revisión a fondo de una fiscalidad voraz que hoy no admite justificación. Solo así el bingo tendrá un mañana despejado para subsistir.
