Hay temas cansinos, mentiras ideológicas que se mantienen en lo alto de la difusión informativa y que asquean por su tufo deliberado y su utilización contumaz. El relato de presentar a los salones y locales de apuestas como centros de perversión de menores es una falsedad política que denota tanta falta de escrúpulos como abundancia de sectarismo.
Los hechos, extraídos de las memorias de juego de las distintas autonomías, vienen desmontando una vez sí y otra también la calificación perversa de los salones y la frecuencia de los menores en sus locales. Hablan los datos dimanados de las operaciones llevadas a cabo por las respectivas policías que registran incidencias mínimas en éste sentido cuando no nulas. No obstante ésta realidad incontestable no trasciende a la opinión pública en la que sigue primando el relato del malditismo de los salones y su influencia nefasta sobre una juventud que cae presa de sus redes.
Es indignante que en un asunto de ésta importancia social, en la que lo recomendable es actuar con la máxima prudencia, se siga haciendo uso del escándalo como arma de utilización política. Que es la que reiteradamente usa la extrema izquierda para cargar con sus grandes mentiras, que lo son y de tamaño desproporcionado, contra el subsector, sus empresas y sus trabajadores, puesto que en éste aspecto nadie se libra de sus insidias y ataques indiscri- minados.
Los medios generalistas, ávidos cuando se trata de difundir supuestos escándalos, callan o ignoran las informaciones reales que tumban todas las falsedades respecto a los salones y los menores. No queda otra, como dice Pepe Vall, que seguir haciendo pedagogía y sacar a la luz pública la verdadera realidad de un subsector que está siendo brutalmente manipulado por una extrema izquierda cavernícola y muy casposa.
