Soy de la opinión que el ministro, o la ministra, de Cultura debe ser persona versada, de amplios saberes, de formación académica acreditada y probado talento. Un número uno. Máxime si somos conscientes de que uno de los graves problemas del país sigue siendo su falta de instrucción, su necesidad de amor por la cultura y las bellas artes, por todo aquello que ennoblece la sensibilidad de la gente.
El doctor Sánchez no participa de éste criterio. En su primer gobierno dejó la cartera bajo la responsabilidad de Maxin Huerta, un caballero que procedía de la televisión rosa, del cotilleo, y había escrito una novelita. Esas eran sus credenciales y menos mal que duró cuatro días. Y ahora llega Miguel Octavio Iceta Llorens que es cultura.
Iceta empezó en política siendo un chaval, tenía 17 años. Ingreso en el partido y ha estado viviendo de la ubre pública desde entonces, que ya son años. Quiso estudiar química y económicas y no pasó de los inicios. Y al hilo de su biografía cabe preguntarse: ¿ No existía un curriculum más brillante o con más cualidades para el departamento de Cultura ? ¿ No es éste un desatino más del presidente y una bofetada en la cara de la cultura ?
Y luego está lo del deporte. La figura de Iceta ya denota que es un forofo del tema. No hay más que verlo. Si Iceta simboliza en España la cultura no es de extrañar que sean muchos los universitarios que creen que André Malraux jugó en el París Saint Germain y Miguel Mihura, con su gran altura, fue una estrella del baloncesto. ¡ Que país, madre mía !
