Julio Camba, gallego, periodista y escritor, apasionado de la buena mesa, de la que fue cronista destacado, era amante de la vida y sus placeres y residió durante los últimos dieciséis años de su existencia hospedado en el hotel Palace de Madrid. Estamos, pues, ante la figura literaria de un "bon vivant", dueño de un fino sentido del humor que conocía bien a los españolitos y sus singularidades. Una de sus frases maestras, en las que hacia alarde de su espíritu caustico es aquélla que dice que el anhelo del español no es conseguir un coche como el del vecino del quinto, sino que su vecino no tenga coche. Lucidez y humor van aquí de la mano y nos ilustran sobradamente sobre el proceder de muchos paisanos.
En clave política y ahora mismo es aplicable la sentencia de Camba. Vamos de cara a unas elecciones programadas dentro del largo y cálido verano. Y son miles los españolitos que tienen clara su intención de voto. Les importa un pimiento el programa que pueda difundir el partido en el que depositarán su confianza, ni quienes irán en la lista, ni pretende entrar en un análisis aunque sea somero de los candidatos. Porque serán numerosos los españolitos que no votarán a favor de su partido sino en contra del otro. Son muchos los que no confían demasiado en la formación política a la que tradicionalmente otorgan su papeleta, esté en el gobierno o la oposición, por haberse sentido defraudados, por considerar que se les ha tomado el pelo, por no merecerle ninguna garantía las palabras y promesas que se las llevé el viento. Pero aún así y todo hay que impedir a toda costa que gobierne el otro aunque el de uno lo haga fatal.
Sí, como lo de Camba. Hay que impedir a toda costa que el vecino tenga coche, que se luzca con su modelo descapotable despertando la envidia del personal. Y a la hora de votar ya saben, a las barricadas. En modo alguno puede dejarse que avance el de enfrente. Debe quedar muy clarito: el voto es en contra de, nunca a favor de. Los españolitos somos así.
