Tuve la oportunidad de saludar y conversar muy brevemente con don Ramón Tamames bastantes años atrás. Fue en un acto social convocado por el Bingo CANOE con motivo de uno de sus aniversarios. Lo organizó, con su señorío habitual, Carlos Castillo Olivares, que sabía rodearse de personajes con notoriedad y talento.
Ramón Tamames había sido un comunista reputado, de los que dieron lustre y calidad personal al partido que lideraba Carrillo. Y era y es un economista de los que sientan cátedra y encienden la luz a la hora de fijar criterios y emitir predicciones. Un hombre ilustrado, que transpira conocimientos y cultura, y que como toda persona bien dotada intelectualmente hablando hace gala de múltiples saberes y de un fino sentido del humor.
No sé en que quedará la moción de censura planteada por VOX y que tiene a don Ramón como protagonista principal de la misma. De lo que no albergo la menor duda es que la comparecencia de Tamames en sede parlamentaria para hacernos partícipes de su oratoria, de sus ideas y razonamientos, propios de una mente muy bien equipada, servirá para que se escenifique en el congreso la fábula del gigante y los liliputienses.
Si nos atenemos al perfil y el bagaje de conocimientos que se desprenden de los curriculums de muchas de sus señorías llegamos a la conclusión de que la figura de Ramón Tamames se agigantará ante tanto liliputiense. Un personaje del fuste, de la formación y los recursos dialécticos de Tamanes, aunque sean los de un nonagenario con la mente tremendamente despierta, se basta y sobra para establecer diferencias sustanciales con una serie de individuos con tan escasa biografía personal, profesional y laboral como acreditadas ínfulas. Presumo que será una lección apta para comprobar hasta que extremo se ha degradado la política en España. Y hasta que punto se añoran figuras como Tamames.
