Al juego le ha gustado la relación, el contacto entre sus empresarios y profesionales que abre la espita del intercambio de pareceres, del reencuentro cordial, la confidencia, el abrazo y la sonrisa. Prueba de ello es que cualquier convocatoria que se plantea suele contar por lo general con una audiencia notable que permite estrechar lazos, avivar amistades, fomentar el acercamiento y estimular el espíritu comercial que pasa necesariamente por la exposición y venta de productos.
Esa situación que aludimos lleva cerca de siete meses en estado de hibernación por culpa del Covid-19. El juego está interiorizado, sin posibilidad por el momento de incentivar la vida social que le es propia, la de las presentaciones de productos, exhibiciones de empresa, jornadas informativas o eventos que forman parte del calendario anual de la actividad.
Esta parálisis impuesta, éste frenazo que impide durante un período más que dilatado la interrelación sectorial es otro de los factores que provocarán que la recuperación de la industria sea más lenta y problemática. Sin la vuelta al devenir comercial, sin el tour del fabricante y la respuesta del operador, sin la cita múltiple que pasa del abrazo a la negociación el sector tardará un tiempo en sonreír. Porque el panorama es para echarse a llorar.
