En la comparecencia del ministro de Consumo para presentar el video del Pero estuvo acompañado por un representante de los jugadores rehabilitados. Con ésta presencia aportaba un testimonio personal y simbólico de los daños que el juego descontrolado ocasiona a los ciudadanos cuando caen en sus redes aditivas. Suele suceder que cuando los directivos de éstas asociaciones o federaciones de ex se sientan junto a los representantes de la administración cargan las tintas mucho más de la cuenta sobre los efectos devastadores del juego y sus repercusiones en el seno de la familia o en el plano laboral. Previamente han sido regados con generosas subvenciones y en la práctica puede decirse que viven, y en muchos casos muy bien, de la teta pública.
Sucede que ésos mismos directivos juegan a dos palos y también firman convenios de colaboración con las asociaciones empresariales, recibiendo a cambio algún que otro pellizco, lo que les hace cambiar de sintonía para suavizar un tanto o bajar el pistón del dramatismo al enfocar y comentar las consecuencias del juego irresponsable.
Los empresarios conocen perfectamente ése doble juego y se prestan a él con gusto por aquello de que sarna con gusto no pica. Y así siguen las cosas. Volviendo al video del Pero el ministro cubrió sus expectativas. La noticia, absolutamente trascendente, apareció en algún telediario de las cadenas adictas. Y se aprovechó la oportunidad, faltaría más, para que aparecieran algunos figurantes hablando de los demonios del juego, privado por descontado. Más de lo mismo que cansa por la forma en que se cuece y se presenta. Con gran sentido de la objetividad.
