Los operadores canarios de máquinas recreativas, con los que ha estado SECTOR, se preguntaban y nos trasladaban a nosotros el interrogante: ¿ Como encajan las máquinas en la nueva hostelería ?.
Esta pregunta, acertada porque anticipa no sólo una visión de los que viene sino de lo que ya está aquí, abre múltiples interrogantes. Que no encuentran respuesta clara ni dejan excesivo margen para el optimismo. Hablamos de un cambio de decoración profundo, de un segmento de público diferente y de un escenario de nueva creación que amenaza con llevarse por delante buena parte de los bares tradicionales.
El bar de toda la vida, el del barrio con atmosfera socializada y amistosa, en el que las máquinas ocupaban un rincón popular y frecuentado, está dejando vía libre a un concepto de establecimiento distinto. Que en nada se asemeja ni en su estética ni en su oferta a lo anterior. Se trata de un modelo de negocio que engarza el sentido hostelero con un afán de pluralidad, de mistificación que se carga la esencia del bar o la cafetería.
¿ Encuentra cabida en éste modelo de local la máquina ? Por las experiencias que vienen recogiéndose todo apunta a que no. Y no es que no encaje. Es que los responsables de éstos negocios, enfocados hacia un público joven o de edad media, y con otros alicientes como señuelo, ni se plantean la instalación de la máquina.
¿ Que hacer entonces ? Hay fabricantes que ya están metidos en faena analizando productos, posibilidades y alternativas. Todo menos quedarse parados porque si se pierde el tren se jodió el invento.
