Me levanto y me miro en el espejo: tengo muy mala cara. Será, pienso, por lo del telediario de anoche y la entrevista al presidente. ¿ Puede un tío ser más trilero, mentiroso y ególatra que éste ? Oír lo que escuché me descompuso el cuerpo provocándome síntomas de indigestión. En una palabra que me revolvió el estómago. Y lo tengo decidido. En adelante por prescripción personal y para preservar mi salud nada de tele y menos de informativos que no informan sino adoctrinan.
Supongo que ésta indigestión que declaro la padecen millones de españolitos por culpa de nuestra clase política en general y del gobierno en particular. Y no es para menos. La política española la protagonizan hoy una caterva de personajillos con poco fuste y muchas ínfulas. Gentes que no conocieron el uniforme de faenar y están llevando el ejercicio de su labor a la simple pelea verbal, a la bronca tabernaria, a la descalificación del oponente sin más y ahí se acaba toda la función constructiva.
No busquen altura intelectual o ideas originales en las manifestaciones de quienes hoy nos representan. Ni actitudes que desprendan caballerosidad o señorío. Vivimos en el reino de la ramplonería y el barriobajerismo, de las formas groseras y el insulto como moneda de uso corriente.
Y luego está lo del gobierno. De unas, unos y unes. Con carteras desempeñadas por individuos/as/es de talla mínima y no por bajitos o bajitas, que pegan bofetadas diarias al diccionario, a la historia, al capital y hasta al guardia de la esquina. Con éste panorama delante de los ojos, ¿ es extraño que millones de españoles estén en el hartazgo, en la indigestión e incluso en la diarrea ? Ahora me explico porque se agotaron las existencias de papel higiénico en los supermercados. Es natural.
