Algunas administraciones autonómicas están reaccionando de manera positiva en auxilio del juego. Percatándose de que el sector, al igual de lo acontecido con la hostelería, ha sido durísimamente castigado por la pandemia y demanda de reducciones y ayudas económicas para poder salir del tremendo bache en que está sumido. Si en época de normalidad el principal problema y lastre que arrastra la industria radica en soportar una tributación manifiestamente desproporcionada en todos sus ámbitos de aplicación ya me dirán como puede hacerse frente a la misma cuando las explotaciones han caído más del 50%, se han producido cierres en cadena, múltiples ERTES y se ha abierto el capítulo de los ERES.
El panorama del juego privado a día de hoy está marcado por la desolación. Por unos operadores que siguen en la brecha, los que han podido subsistir y no se han quedado en el camino, en estado de apuro extremo que reclaman ser atendidos por los gobiernos autonómicos sin excepciones. Aquí no caben las exclusiones porque en caso de hacerlas lo que acontecerá será la desaparición progresiva del sector que, desgraciadamente, es lo que pretenden determinadas formaciones políticas con mando en plaza.
Deben de arreciar e intensificarse por parte de las asociaciones empresariales, en particularidad de aquéllas que ostentan una representatividad de mucho peso, las demandas de auxilio a las administraciones. Resulta vergonzoso y denunciable, por citar un ejemplo, que la Generalitat Valenciana, a través de uno de sus organismos, excluya al juego de la financiación de bonificaciones. ¿ Esta marginación se produce en base a que criterios ? Lamentable y sectario. Insisto en que los gobiernos o muestran una predisposición que consideramos ineludible para salir de manera unánime en auxilio del juego o cometerán una tropelía consistente en la desaparición de empresas y empleos. Así de claro y duro.
