Ha ido dando pasos con seguridad. Y consiguiendo lo más difícil: la involucración de las administraciones autonómicas con la idea. Haciéndoles ver su trascendencia y la necesidad existente de llevar a la conciencia de los más jóvenes una llamada de alerta y prevención sobre los peligros que se ciernen a través de las redes sociales y las nuevas tecnologías. Es un movimiento, el iniciado a través del proyecto FES, que evidencia hasta que grado llega el compromiso del juego privado para hacer de su uso un instrumento de distracción y nunca un motivo de subordinación nunca deseable.
La Plataforma de Juego Sostenible está llevando al ánimo de los gobiernos autónomos su decidida voluntad de hacer del juego responsable un ejercicio permanente que no sólo se traslada al ámbito de la empresa y de sus actuaciones a extramuros de la misma sino que va más allá para contribuir a la prevención de la ludopatía entre los más vulnerables que son los que comienzan a despertar a la vida y a sus tentaciones.
La intención, la finalidad del proyecto FES que está alcanzando una gran notoriedad que promete extenderse durante el presente curso con sucesivas actuaciones, demuestra a las claras que el sector es el primer interesado y el más preocupado en prevenir y erradicar las adicciones, y de eso conviene que tomen buena nota los poderes públicos que se están sumando con manifiesto entusiasmo a una iniciativa tan loable como ésta.
Se han ido dando pasos como el de Melilla coronados por el éxito más rotundo, por la aceptación más plena. En ése caminar, en ésa ruta de itinerarios y tomas de contacto conviene resaltar ésa tarea de coordinación que desempeña Cristina García. Que es mucho más que dicha función. Es algo que habla de su sensibilidad social, de su alma puesta al servicio de una causa hermosa y de su tenacidad y poder de convocatoria. Es de justicia divulgarlo y agradecerlo.
