Me suele suceder con alguna frecuencia y pese a la reiteración del hecho sigue causándome una cierta incomodidad. De vez en cuando te tropiezas con tipos que te preguntan a que te dedicas. Y cuando les dices que editas una revista del juego se te quedan mirando con cara extraña, entre sorprendida y recelosa, como si le estuvieras hablando de una actividad extraterrestre que no aciertan mentalmente a situar en un plano de normalidad. ¿ Juego ? Dejan el interrogante en el aire de la duda que no presagia nada bueno y hasta te dedican una sonrisita esmaltada por la ironía.
Siguen abundando los tipos, y tipas por aquello de la igualdad, que persisten en la creencia de que la cuestión del juego no pertenece a una órbita empresarial claramente reglada y fuera de toda sospecha. Insisten en su idea, por llamarlo de alguna manera, de que lo del juego se asocia a la esfera de las plagas bíblicas, del universo donde prima el vicio, el desorden moral y una retahíla de calamidades.
Me miro al espejo cada mañana y me veo bastante normalito. Apañadito a pesar de los años. Y contemplo las fotos de algunos de mis amigos empresarios y me admiran su apostura, sus ganas de lucha, su trabajo duro y su fe irreductible en el sector Y saben lo que pienso. Que hay mucho pero que mucho extraterrestre del otro lado. De los que no saben lo que son y lo son.
