El Casino CIRSA Valencia ha tenido la feliz idea de crear unas urnas solidarias. Un proyecto digno de aplauso cuyo protagonismo está a cargo de los empleados del establecimiento. Ahí es donde para mí radica la originalidad de la iniciativa y le otorga su pálpito de humanismo, su fibra sensible, ésa que nos vincula emocionalmente a una obra destinada a ayudar a quienes más necesitados están de atención social traducida en hechos y en acciones concretas.
En el caso que nos ocupa son los trabajadores del Casino CIRSA Valencia los que lideran una iniciativa de ésta naturaleza, los que la impulsan y se preocupan por ella, los que proponen y actúan y los que se implican de manera generosa a la hora de elegir la entidad que debe de beneficiarse de las aportaciones recogidas por las urnas solidarias.
Durante dos meses todas las donaciones que hacen los clientes del Casino son destinadas a una organización sin ánimo de lucro propuesta internamente por el colectivo laboral del establecimiento. El mero hecho de la elección ya constituye un ejercicio de plena responsabilidad social, una voluntad entusiasta y decidida para tratar de reparar situaciones nada deseables que demandan de apoyos generosos y de tomar conciencia que el compromiso asumido reconforta en lo personal y vale La pena.
La noticia que comentamos es muy destacable y de ella se desprende una nota más, y son plurales las que pueden escucharse en éste ámbito, de que el juego tiene los ojos y el corazón abierto para llegar con altura de miras hasta aquéllas entidades que se afanan por tratar de mitigar los efectos de tantos males como afecten al mundo de hoy. Que sean los empleados del Casino CIRSA Valencia los actores principales de una acción desprendida y generosa es señal inequívoca de que poseen un espíritu colectivo merecedor de los mayores parabienes.
