Isabel Díaz Ayuso es el motor de la economía de Madrid. Su lanzadera, su acicate, su estímulo. Lo fue en la fase más crítica de la pandemia cuando se percató a tiempo de la gravísima situación. Y pensó en el empresario, el autónomo, el trabajador, el profesional. Y lo es ahora al adoptar medidas que ayuden a la recuperación, que contribuyen al levantamiento de cabezas y negocios, de empleos que las han pasado canutas, que han visto peligrar sus medios de vida y tratado, con esfuerzo y tesón, de salvar lo salvable y abrir una puerta para asegurar el futuro.
Hostelería y ocio de manera muy particular se sienten identificados con la presidenta Ayuso. Y lo expresaron en su momento de la mejor manera que podían hacerlo: votándola. No cayeron en la trampa de las campañas de descrédito. No se arredraron ante la ofensiva gubernamental, que resultó belicosa y empleó artillería pesada. Aquí la realidad se imponía a la cháchara política. Y no era otra que abrir la puerta del bar, tratar de hacer caja en el restaurante, cantar bingo aunque fuera casi en familia. Lo importante era recuperar el pulso, dar señales de vida, pelear contra la hecatombe. Y eso la Ayuso lo entendió como nadie.
La presidenta de la Comunidad de Madrid sigue fiel a sus postulados. Y amplia los horarios de hostelería y ocio. Les continúa dando oxígeno, demuestra que está a su lado. Por eso empresarios, autónomos y trabajadores hacen caso omiso de las descalificaciones e infundios orquestados por los que se llevaron el varapalo en las urnas. Y redoblan su confianza en Ayuso porque saben que su camino es el correcto para avanzar y progresar. Porque es una presidenta que habla de bajar impuestos e incentivar la economía. Porque es un auténtico motor económico que ha transformado Madrid en la locomotora de España. Y haber quién lo desmiente.
