Lo peor que puede pasarle a una sociedad es vivir en la incertidumbre. Respirar en una atmósfera de inseguridad, de no tener certeza de casi nada, de no saber que nos deparará mañana ni con que situaciones nos encontraremos provoca un evidente desasosiego social, miedo generalizado frente a una sucesión de hechos dramáticos que están mutando el pulso cotidiano del país y sumiéndolo en el desánimo colectivo.
Extrapolando éste panorama al universo del juego el clima de incertidumbre es patente. Londres es ejemplo de ello. En principio se dijo que la feria más internacional de todas las que en el mundo se hacen trasladaba sus fechas a mes de abril. Ahora se anuncia que tendrá lugar en junio. Y no se descarta que puedan producirse más cambios o incluso aplazamientos.
Con semejante sensación de provisionalidad, no contando con mínimas para desarrollar unos planes de actuación, ¿ que empresa se arriesga a invertir, fabricar, contratar o proyectar, máxime cuando tiene la caja vacía o semivacía ?
Londres no pasa de ser un ejemplo de lo que está aconteciendo en el sector como consecuencia del Covid-19. Que las empresas están semiparalizadas, que la imposibilidad de hacer planes es notoria, que nadie acierta a predecir ni el hoy ni el mañana y que así, en semejantes circunstancias, es imposible trabajar y menos levantar el vuelo. O nos sacudimos la incertidumbre de cada día o la salida será muy complicada o no será. Triste y aterrador.
