Escribo ésta mañana de martes día de la Almudena cuando Madrid festeja a su Virgen y Patrona. Y en las peticiones fervorosas de los creyentes madrileños pienso que no habrá estado de más el pedir que se produzca el milagro. Un acto sobrenatural que ponga fin al sainete político, sin pizca de gracia ni sentido de la realidad, que viene escenificando, para regocijo de sus opositores, la derecha que personifica el PP.
Resulta que cuando soplan vientos favorables para el partido, con una lideresa en la Comunidad que arrasa en cuestión de popularidad y respaldo, salen los fontaneros de Génova y de la Real Casa de Correos y se ponen a enredar, a alimentar celos y avivar egos, montando una trifulca sin pies ni cabeza que tiene pasmado al personal. Hay que ser rematadamente burros, inútiles y todos los adjetivos que ustedes quieran, que están más que justificados, para escenificar un sainete de ésta naturaleza en el momento más inapropiado.
Los culpables de éste desaguisado no son los segundones que se han erigido en protagonistas, acreedores por supuesto a un cese fulminante por ineptitud manifiesta. Aquí el gran responsable es el líder, el chico de la película, que ni actúa ni da la cara, ni corta de raíz éste lamentable espectáculo. Que lo único que dice en su favor es que su talla de líder es más que cuestionable. Y su futuro también.
