Por tierra, mar y aire no cesan los ataques. La izquierda y sus medios afines y subvencionados, que son la mayoría, están obsesionados con el fenómeno Ayuso. Sí, porque no deja de ser un fenómeno, o fenómena para estar a la moda, ésta Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid que barre en cuanto a popularidad política a todos sus presuntos antagonistas. La Ayuso se ha puesto a trabajar en aquello que realmente interesa a los madrileños, que son los temas que afectan al bolsillo, a la economía doméstica, a rebajar la sangría de los impuestos. Una presidente que pisa la calle, sabe empatizar con la gente, escucha y actúa.
Pero lo más sobresaliente de la Ayuso en su actuación política es haberse sacudido los complejos de inferioridad que arrastra la derecha y que la empequeñecen frente a sus opositores del rojerío. Que planta cara y no se arruga. Que responde a unos principios y no se apea de ellos. Que tiene objetivos claros y respuestas contundentes. En definitiva que es una política sólida, con convicciones firmes, que ha sabido sorprender a casi todos ganándose a pulso la confianza de la mayoría de madrileños.
Que la izquierda y sus socios que quieren romper España están obsesionados con la Ayuso está fuera de duda. Sin embargo ahí no está solo el foco del peligro de una presidenta que se crece frente a los ataques. Ayuso debe de protegerse de los que tiene cerca, de los que están en su propia casa, y que ya dan síntomas de inquietud ante los avances de una política que, al menos por ahora, no parece tener techo electoral. Ya saben : la sombra de la envidia es muy alargada.
