Hay empresarios y empresarios. Los que buscan la notoriedad a toda costa para así llegar a colmar sus apetencias personales y profesionales y su aureola de triunfadores y los otros. Estos otros son los que optan por la discreción, por el segundo plano, por la labor callada que va abriendo caminos y culminando objetivos. Todo sin alardes ni alharacas, con un sentido máximo de la seriedad y sin el menor atisbo de figureo.
De ésa pasta están hechos los Coves, empresarios valencianos de primera magnitud cuya saga encabezó en su momento Vicente Coves Vicente que fundó el Grupo que llevaba su nombre hace más de sesenta años. Andando el tiempo sus hijos Vicente, Gaspar y José María fueron asumiendo responsabilidades y ensanchando las áreas de negocio hasta reconvertir el Grupo primitivo en ALZIS e ir dejando paso a la tercera generación de la familia.
Los Coves son una potencia económica de primer grado en el ámbito de la Comunidad Valenciana. El número de empresas que regentan es múltiple y su diversidad en cuanto a características y sectores de influencia también. Y entre ellos hay que destacar el bingo como uno de sus mayores afluentes económicos.
Con semejantes credenciales, que los convierten en destacados protagonistas de la economía valenciana, los Coves siguen apostando por la carta de la sencillez, del trabajo y el emprendimiento, del crecer, generar empleo y riqueza sin estridencias. Y en ésa línea siguen. He tratado bastante a Vicente, que en sus actitudes es fiel reflejo de ésa clase de personas que hacen de la discreción y la prudencia una regla de oro que jalona sus comportamientos. Así son los Coves.
