Anuncian que para junio o julio dejaremos las mascarillas. Adiós al engorroso antifaz y bienvenida sea la respiración sin tabiques nasales.
Ahora bien para aquéllos que solemos ejercitar la imaginación la mascarilla tiene su aura de misterio, invita a la fantasía y a la búsqueda de imágenes que nos están veladas. Quienes son amantes de la belleza femenina, entre los que me cuento, dentro de la decepción que supone en las actuales circunstancias no poder disfrutar de la visualización completa de un rostro femenino con el uso de la mascarilla recurrimos al juego de los acertijos. Y comienza el baile de la mente: ¿ Más allá de aquéllos ojos, que en su mirada sugieren mudas promesas, habrá un rostro perfecto, una cara soñada, una belleza arrebatadora ? ¿ O nos encontraremos con algo distinto, que sin ser lo descrito transmitirá serenidad, dulzura y atractivo natural ? Son pequeños misterios que supongo excitarán por igual la curiosidad de hombres y mujeres a la hora de intentar descifrar cual es la configuración definitiva de una cara de la que sólo contemplamos sus ojos.
Disculpen ésta pequeña disgregación literaria, ésta licencia lírica, pero es que con el vuelo veraniego de las mascarillas el misterio de los ojos entrevistos se quedará en nada, desaparecerá la ligera poesía de lo cotidiano que permanece y dura y cesará la imaginación en su búsqueda constante de la belleza eterna. Hoy tocaba dar rienda suelta a las expansiones del alma.
