El juego está sometido en éstos momentos a unos vaivenes constantes en cuestión de horarios y normas de obligado cumplimiento. Las disposiciones se modifican y todo lo que acontece tiene aire de provisionalidad, de incertidumbre, de no saber a que carta jugar porque se está actuando a golpes de improvisación y denotando una escasa fé en las medidas que se implementan. Es una situación que fomenta el desánimo en las empresas, impotentes para llevar a cabo una mínima estrategia de planificación que está subordinada a las decisiones administrativas.
Por si esto no fuera suficiente para dejar noqueado económicamente al sector está la invasión del miedo. Cadenas de televisión y emisoras de radio compiten en airear de manera constante el fantasma del miedo, que se nos mete en casa con reiteración y poniendo de relieve sus aspectos más trágicos, que los tiene, ¿ pero es imprescindible ahondar en la herida ?. Aquí el morbo, la desesperación y la muerte son mercancía con la que trafican no pocos medios sabedores de que vende.
El miedo ciudadano prende en el ánimo de mucha gente, la calle lo nota y los negocios se resisten lo indecible. Entre el miedo y la falta de un liderazgo político firme y serio, competente, nos vemos abocados a la semiparálisis, a la caída libre, al pesimismo que prende y se propaga. Con un panorama como el descrito, ¿ como sale el juego de ésta ?. Todo apunta a que extremadamente jodido.
