El adiós definitivo a Alfredo García Murcia hace reflexionar sobre las ausencias que se han ido produciendo en los últimos años. En los que el sector está sufriendo bajas muy sensibles, las de verdaderos protagonistas que pusieron las bases de un entramado de negocio que hoy es lo que es en parte por la labor, las ideas y la pasión que pusieron en sus tareas un puñado de gentes pioneras.
El sector se va profesionalizando cada vez más, como no podía ser de otra manera en la era tecnológica que vivimos. Crece, evoluciona y está cada vez más preparado, dotado de herramientas más eficaces para atender las exigencias de la demanda.
Sin embargo hay que admitir que con la progresiva desaparición de quienes fueron sus forjadores, sus guerreros de los primeros tiempos y las batallas iniciales, en las que tanto lucharon y tantos rasguños se dejaron, el juego ha perdido épica individual, aliento y el ardor que fueron capaces de insuflarles un puñado de tipos aguerridos y audaces, de mirada ágil y mente rápida que hicieron del juego lo que es hoy. De ésa especie se han ido demasiados ya y han dejado un vacío en el alma sectorial muy difícil de cubrir. Por no decir tarea imposible.
