El juego privado está en fase de retroceso desde hace años. Y las medidas restrictivas que anuncian o ya se han implantado en algunos territorios no invitan al optimismo sobre el futuro de los negocios sectoriales. Existe un ambiente de pesimismo y desánimo, un pálpito de incertidumbre ante lo que pueda venir que dibuja un horizonte poco claro.
Y frente a un panorama tan poco alentador, ¿saben quienes están ganando la partida y sacando tajada? Pues las asociaciones de ludópatas rehabilitados, que en medio de la psicosis existente sobre la ludopatía, tantas veces hinchada a capricho y aderezada con la manipulación, están adquiriendo un protagonismo desmesurado, haciéndose un hueco en la primera fila junto a las autoridades de turno, que se muestran extremadamente diligentes en su apoyo.
El empresariado del juego va perdiendo fuelle y vigor económico a la carrera y los rehabilitados, que se las han arreglado para poner a parir al sector en los medios informativos y con la otra cara se han mostrado proclives a la colaboración, van ganando la partida, pasando factura y aumentando sus subvenciones, de las que han vivido opíparamente a base de jugar la carta de la exageración y el tremendismo. Es lo que hay nos guste o no.
