En tiempos convulsos y difíciles el sector tiene que venirse arriba. Y demostrar que le sobra coraje, ganas y espíritu de trabajo para continuar evolucionando y superándose. Para aumentar su capacidad tecnológica y seguir generando miles de empleos. Para contribuir al entretenimiento y diversión de una parte de la población que gusta de disfrutar de su tiempo de ocio con unos productos que son modelo de imaginación y chispa creativa.
Frente a una tormenta política y mediática orquestada por una panda de canallas el sector no debe caer en la depresión, ni arrugarse, ni activar sus complejos de inferioridad que viene arrastrando desde que la actividad se legalizó. A mal tiempo sonrisa abierta, y temple e inteligencia para hacer frente al juego sucio que embarra a quienes lo provocan. Aquí estamos con un par, igual que estuvimos siempre: ingresando como pocos en la hacienda pública, cumpliendo a rajatabla normativas asfixiantes, mostrándonos superresponsables a la hora de implantar medidas proteccionistas. Por ello hay que sacudirse los complejos, tirar de brío y salir adelante. Arriba el sector y fuerza y salud para sus esforzados empresarios. Que lo son como los que más. Y no está de más airearlo.
