Madrid ya tiene su normativa reluciente para regular el funcionamiento de salones y despachos de apuestas. El asunto se ha saldado con endurecimiento de medidas y la consiguiente factura a pagar por los de siempre, los empresarios del sector. Lo de Madrid está actuando de efecto rebote en otras comunidades y lo cierto es que no soplan vientos favorables para éstos locales sino todo lo contrario.
Volviendo a la situación de Madrid es de esperar que a partir de ahora se cierren las bocas de muchos bocazas, que nos han estado dando la matraca durante meses. Que no han parado de soltar disparates, bilis, mentiras y poco menos que invitando a la invasión de locales.
Confiemos en entrar en una etapa de sosiego, de bocas cerraditas y de poner fin a las soflamas incendiarias de los tipos de siempre, los que se identifican ellos mismos con sus actuaciones y patrañas. Y a los que habría que recomendar: a callar tocan. Y que acaben los tormentos.
