La autocrítica es un ejercicio saludable y recomendable, que nos permite reflexionar, buscar el camino de lo objetivo, poner los pies en el suelo y toparnos con la realidad que nos circunda. No siempre somos los más altos, más guapos y más capacitados. Y si lo somos tampoco está de más observarnos con cierta minuciosidad y seguro que nos descubrimos algún defectillo.
La pregunta que surge a continuación es la siguiente: ¿ Tiene el juego sentido de la autocrítica o lo ejerce llegado el caso ? Puestos a dar una respuesta nada concluyente me atrevería a apuntar, con todo el respeto del mundo, que no existe una excesiva predisposición por la autocrítica en el sector. Que por otro lado suele reaccionar ante cualquier crítica, por menuda e intrascendente que sea, con manifiesto erizamiento y algún que otro brotecillo colérico que no es recomendable.
Hay que hacer pedagogía y auspiciar el sentido de la autocrítica, que ayuda a subsanar errores, reconocer defectos y ganar en sosiego y tranquilidad. La receta es de libre consumo y cada uno puede ejercitarla a la carta. Pero de verdad de la buena que resulta más que recomendable.
