El juego se profesionaliza, alumbra talentos, gana tecnología y modernidad. Y entran en el escenario actores nuevos, que se saben el papel de carrerilla, que se ciñen al texto y no improvisan, que dan al sector una pátina de cierto academicismo apto para elevar el vuelo empresarial y conquistar metas y avanzar. Son actores jóvenes, bien pertrechados y preparados para el asalto al poder, a los que lógicamente les sobre ímpetu y ambición en idéntica medida que les falta vista larga y madurez para asentarse en el terreno que pisan. Pero hay que tener calma y esperar el futuro, que ya está ahí, con espíritu renovador y la cara lavada del juego.
Por edad debo admitir que no hay más cera que la que arde y que el sector está abocado a un escenario empresarial y profesional muy diferente, en sintonía con los tiempos que corren y sin duda más técnico. Ello no implica que uno no evoque con un halo de nostalgia a los viejos gladiadores que pusieron los cimientos del sector, que se partieron la cara por él y trabajaron como bestias. Algunos de ellos todavía siguen en la brecha pero un tanto superados por las corrientes de los que empujan. Otros nos dejaron para siempre. Unos y otros forman el pelotón de los viejos gladiadores con los que el juego español estará permanentemente en deuda. Pasen los años que pasen son los forjadores del imperio. Conviene que no se olvide.
