El juego tiene mala prensa y es objeto de condena y generador de alarma social en los medios informativos. Cuando se aborda la actividad se hace como motivo de escándalo y peligrosidad social. Se explotan hasta la exageración sus lados negativos y se entra con frecuencia en el terreno de la manipulación más asquerosa. Y se emplean para adobar éste tratamiento tópicos muy manidos y estereotipos trasnochados. Esto es la imagen que se trasmite de un juego poco menos que endemoniado.
Frente a semejante realidad objetiva, ¿ que hace el juego ? Asociativa o empresarialmente no mueve un dedo, esconde la cabeza debajo del ala y aguarda a que escampe. Y mantiene su inmutable opacidad.
La opacidad del juego, su sostenida falta de trasparencia es un factor que contribuye a alimentar su imagen negativa. Cabeza de Vaca señalaba inteligentemente que ésa postura sectorial ha impedido en parte una visión normalizada del juego.
El último ejemplo de ésta ausencia de reacción lo tenemos en la campaña intimidatoria, violenta y de parcialidad escandalosa que están soportando los salones de Madrid. ¿ Alguién ha intentado hacer una defensa mediante voz autorizada y datos objetivos ? Como respuesta el silencio y seguir soportando palos. Y así nos va.
