Constituído el gobierno de la Generalitad de Cataluña y levantado el 155 que tenía intervenida la administración autonómica por el estado se ha entrado en una fase de normalidad. Al menos aparente. Y digo aparente porque las prioridades políticas de quienes llevan la batuta del mando parecen estar, como siempre desde hace uno años, más por la conquista de una dudosa independencia que por ponerse al tajo y empezar a trabajar para los catalanes. Para laborar con el objetivo de mejorar su calidad de vida. Para dejarse de delirios republicanos y entrar de lleno en los problemas de la gente.
Políticamente Cataluña ha estado años funcionando al relentí. Con una única marcha puesta al servicio exclusivo del prosés. El resto importaba poco o resultaba insignificante. Lo importante era, y da la impresión de que sigue siendo, provocar, plantar cara al estado, desafiar la ley y engordar la causa independentista.
Dentro de la etapa de presunta normalización ahora iniciada ha tenido lugar el nombramiento de Natalia Caba como directora general de Tributos y Juego de Cataluña. Una mujer de la que quienes la conocen hablan bien y que cuando estuvo en el juego, fugazmente, dejó grata impresión. Se la veía con formación sólida y predisposición para escuchar, que no es virtud pequeña.
¿Qué espera el juego de Cataluña de Natalia Caba y su gestión ? En principio el nombramiento se ha recibido con moderada satisfacción. Al menos conoce el paño, dicen los consultados. En lo que respecta a grandes cambios regulatorios u avances notables ahí se extiende un aire de escepticismo. Desgraciadamente todo sigue girando en Cataluña alrededor de una idea única, en la que se ponen todos los esfuerzos y medios. Lo demás es accesorio.
Ante un panorama así es difícil que el juego recobre el pulso. Al menos con la intensidad que merece una Comunidad que ha sido pionera en muchos de sus avances. Veremos y mucha paciencia.
