Ha sido en plena feria de Sevilla, con la ciudad del Guadalquivir hecha un ascua de luz y una explosión de alegría y baile, cuando ha saltado la noticia de la aprobación del decreto que actualiza todos los reglamentos del juego. Esto dibuja un nuevo amanecer para el juego de Andalucía que ha estado años, demasiados, varado y a la espera de que subiera la marea para emprender la travesía de la modernización.
¿Cuales han sido los motivos de tan larga tardanza en conseguir unas modificaciones normativas que eran urgentes para todos los subsectores?. Ahí el sector en general debe ser autocrítico y asumir una parte sustancial de la culpa. Por las enquistadas posiciones asociativas que impidieron el consenso, por la inflexibilidad demostrada por unos y otros, por el empecinamiento en la defensa de posturas encontradas. Este encono empresarial, ésta voluntad de no ceder trajo consigo una ralentización extrema traducida en largos años de espera.
Y en medio teníamos a la Administración de la Junta que adoptó en su momento la postura más cómoda: mientras no se produzcan acuerdos no se avanzará. Estuvo a verlas venir sin mover un dedo cuando la situación de parálisis prolongada demandaba de actuaciones concluyentes.
Esta es la radiografía de un proceso de actualización que se eternizó y cuyas responsabilidades deben compartirse. Y que reflejan, una vez más, las guerras eternas entre subsectores. Pero bien está lo que bien acaba y ahora lo que procede es celebrar el nuevo amanecer del juego andaluz. Y que brille el sol para todos que falta hace.
