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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Los modernos quieren acabar con el juego

4 de abril de 2018

Estos chavalotes de la izquierda extrema cuando oyen hablar de juego se ponen de los nervios. Ellos, tan modernos, tan presuntamente liberaloides, tan avanzados en democracia, la suya, la del diseño propio, se tiran de los pelos y arman la bronca al surgir cualquier proyecto vinculado al juego.

Ahora, los chavalotes de Podemos en Extremadura, con su capitoste al frente, llevan días armando bulla con el proyecto de Ley Extremeña de Grandes Instalaciones de Ocio que incluye casinos. Y aunque el presidente de la Junta les ha pedido calma, prometido toda la información del mundo antes de pronunciarse en contra, ellos prosiguen su campaña opositora con los tópicos de siempre, con los rancios argumentos, con las cantinelas demagógicas que, por antiguas, nos sabemos de memoria.
Dice Fernández Vara que es antiguo hablar del juego como lo hacen éstos chavalotes. Pero vamos a ser serios, señor presidente de la Junta. ¿Usted se desayuna sorprendido por la antigüedad ideológica del pensamiento de los podemitas? ¿Caben esperar ideas frescas, novedosas, originales de los que han bebido del legado de Lenin y no han pasado de ahí?.

El odio que éstos tíos prodigan al juego es similar al que dispensan al empresario triunfador; al que escala peldaños sociales por sí solo sin vivir de la mamandurria; al que crea riqueza y reparte bienestar; al que no sube al carro del igualitarismo que nos hace más iguales en la pobreza.

En Venezuela los compadres del camarada Chávez acabaron con el juego, con la libertad, con el estado de bienestar, con el banco de alimentos y el de productos para la salud. Pero oiga: se cargaron el juego: Chulos y modernos ellos.