Cuando Rafael Catalá llegó al consejo de Codere ya exhibía una carrera política brillante. Abogado y perteneciente desde 1985 al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado ocupó altos cargos en diferentes ministerios, estableciendo un paréntesis de siete años ( 2005-2012 ) para integrarse como secretario general del consejo en la compañía presidida por José Antonio Martínez Sampedro. Salió de allí para volver a la vida pública y ser nombrado, finalmente, ministro de Justicia, cometido que ahora desempeña en funciones al tiempo que se responsabiliza también de Fomento.
Durante su período de vinculación con el juego Rafael Catalá mantuvo por norma de conducta una actitud discreta. De persona que denota conocimientos más que suficientes para erigirse en protagonista de cualquier situación pero que opta voluntariamente por el comedimiento, por el plano a contraluz, por una segunda línea alejada de toda estridencia. Ese rasgo de su personalidad caracterizó su paso por el sector, acompañado siempre por un alto sentido de la cortesía, de ése saber ocupar el sitio exacto en el momento preciso. En el trato directo, Catalá hizo de la caballerosidad un ejercicio habitual y en éste aspecto, sin pretenderlo, dio más de una lección a algunos tipos autoaupados en el egocentrismo, con más ínfulas que cerebro, que se pasean tan hinchados por las veredas del sector.