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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Cuando lo accesorio se eleva a la categoría de problema

6 de julio de 2016

Entramos en una época del año tediosa. El calor nos invade y va poniendo freno a la actividad cotidiana, que se relaja, que pierde nervio. A los que seguimos al pie del cañón, lejos del sol de la playa o del aroma de las pinadas del bosque, nos asalta una cierta sensación de vacío, ésa sensación derivada de la pérdida de pulso del acontecer diario a la que se une la necesidad de cerrar un ciclo de trabajo y abrir una puerta al descanso, a la desconexión de los problemas, al reencuentro con una íntima placidez espiritual.

En ésas estamos cuando leo que se insiste en análisis de las adicciones al juego. En medidas preventivas contra la amenaza que representa en el canal online sobre todo para la juventud.

No puedo por menos que estar de acuerdo contra todas las medidas de carácter profiláctico que se adopten para combatir las ludopatías en cualquier ámbito que se produzcan. Pero también soy de los que piensan que últimamente se está insistiendo en exceso sobre las adicciones al juego y sus efectos en la sociedad. ¿No habíamos quedado que afectaban a un porcentaje mínimo de la población, muy inferior al del resto de países europeos ? Pues si eso es así, y los analistas que saben de la cosa lo certifican con datos y porcentajes, ¿ es constructivo que insistamos tanto sobre el particular?.

Cuando existe un problema grave lo recomendable es aportar soluciones para que deje de serlo. Si el problema no reviste en el fondo ningún síntoma que invite a la preocupación no acabo de entender como se difunde con reiteración. Porque entonces lo que puede acontecer es que se desenfoque de cara a la opinión pública hasta elevarlo a la categoría que realmente no tiene. Para simplificar: lo accesorio de una cuestión lo trasformamos en el nudo principal. Y al desenrollar el nudo surgen las interpretaciones, siempre alarmistas, negativas y demonizadoras del sector del juego cuando se aborda, sin excesivo rigor y echando mano de los tópicos, el tema de las ludopatías. 
 
Ayer hablé del asunto y hoy reincido en idéntica cantinela. Será cosa del verano, del letargo propio del estío que provoca somnolencia y falta de ideas. La verdad es que ésta cuestión me aburre muchísimo.  Y de la que llevo escrito la tira. Para finalizar sólo se me ocurre añadir: ¡viva el juego responsable!. Que es, por fortuna, inmensamente mayoritario.