Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Jornadita laboral

15 de octubre de 2024

Pertenezco a una generación que sudó lo suyo para tratar de abrirse camino y forjarse una posición. Cuya meta no era otra que hipotecarse con una vivienda propia, firmar las letras del coche y, si soplaba bonanza económica, dar la entrada del apartamento en la playa. Esto significaba para las gentes de mi época el pluriempleo, las jornadas de trabajo muy estiradas que, en mi caso, por mi vinculación directa con la hostelería y el periodismo, iban de lunes a domingo inclusiva, no respetándose las fiestas de guardar en las que se imponía la faena y no había otra que currar. Debo confesar que a mi personalmente no me importaba demasiado puesto que siempre ejercí mis funciones laborales desde una óptica vocacional que me ahorró no pocas frustraciones.

Digo todo esto por el tema de la jornada de cuatro días, de la que tanto se habla en éstas fechas y de la reducción de los cuadros horarios. No voy a entrar en la discusión del asunto. Lo que sí me parece advertir en un tema de ésta naturaleza que aquí, por lo general, la gente pretende currar menos y ganar más y ésa es una pretensión social que presenta muy complicadas soluciones. Sobre todo para las pequeñas empresa que están obligadas a vencer múltiples obstáculos impositivos y de muy variado orden para ir subsistiendo como buenamente pueden. Para éstos pequeños negocios, que son la columna vertebral de nuestra economía, no creo que la jornadita laboral sea un motivo de alegría, más bien todo lo contrario.

Pienso en lo de trabajar de lunes a jueves, que es una proyectada conquista social que me guardaré mucho en criticar. Pero lo que sí digo es que en mi tiempo la mayoría de gremios laboraban de lunes hasta el sábado a medio día. Que el pluriempleo, y bendito quién lo tuviera, abarcaba en ocasiones toda la semana. Y que los jóvenes de hoy cuando piden faena en hostelería preguntan si los domingos y festivos se curra. Todo esto resume el grandísimo cambio social operado en nuestro país y lo lejos que quedan ya aquéllos días de diez y hasta doce horas de trabajo en los que te dejabas el alma para llevar el sobresueldo a casa y edificar un mañana más prometedor para los tuyos. A base de mucho pensar, sudar y, pese a todo, no perder la sonrisa.