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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

¿País anestesiado?

25 de enero de 2024

El gobierno de España está adoptando decisiones que una mitad de la población considera del todo punto inaceptables y la otra medía aplaude con entusiasmo. ¿ O ésto no es así y los que se rompen las manos jaleando al presidente son los que viven bajo su sombra de la mamandurria ? No acierto a desvelar la gran incógnita pero confieso que me encuentro muy confundido ante la situación que atraviesa mi país, en el que se están produciendo hechos políticos de gravedad extrema entre la resignación y la complacencia de la sociedad, no sé si a partes iguales o con algunos desequilibrios entre ésos dos bloque , dos muros, que la clase política, en particular la que está en el poder, se ha encargado de levantar con la idea de fomentar el enfrentamiento y la enemistad entre sus paisanos y paisanas.

Llegado a éste punto uno se plantea otra pregunta: ¿ Y si resulta que la situación política que ésta viviendo España, que algunos agoreros califican de dantesca, no cala para nada en el ánimo de las gentes por que han entrado en una fase de anestesia general, de adormilamiento colectivo merced a los lavados mentales de las cadenas de televisión que transmiten las imagenes de un país que disfruta de sus puentes, de sus restaurantes, de sus bares de sus subsidios gubernamentales, de sus aumentos del salario mínimo y de sus bajas laborales a la carta ? Que algo de anestesiamiento social hay si constatamos que se está redactando la amnistía al dictado de unos prófugos, legislando en materia laboral a espaldas de los empresarios, con ministros cuestionando la tarea de la judicatura y con autonomías de distinto grado que zanjan el concepto de igualdad entre unos ciudadanos de primera y otros de segunda.

No acertamos a predecir cuánto durará éste estado de adormecimiento, de siesta casi permanente, en la que está sumida una buena parte de la población. El riesgo latente que existe es que quizás cuando salga de éste estado de placidez tal vez la España a la que estábamos acostumbrada no la conozca ya ni la madre que la parió.