Hice la “mili”, palabra que a los chavales de hoy les sonará a chino, en Aviación. Así se conocía popularmente el arma que en términos oficiales respondía por Ejercito del Aire. Guardo de aquélla etapa, en la que recibí no pocas lecciones en materia de disciplina y respeto, gratos recuerdos y algún arresto por no coincidir con los criterios políticos de un teniente. Me acuerdo al completo de los nombres de mandos y suboficiales y durante el tiempo en que llevé el uniforme azul y los galones de cabo segundo encargado de la oficina de la compañía tuve la oportunidad de hacer amigos, con uno de los cuales mantengo una relación de carácter familiar que viene perdurando a lo largo de sesenta años. Evoco la época con la nostalgia que se desprende de un ciclo que era propicio a los sueños, a los enamoramientos efímeros y a los planes de futuro que se levantan en la memoria y que no siempre salen como uno imagina.
Cuento ésta batallita producto de la edad avanzada al enterarme de que el gobierno de don Pedro Sánchez ha decidido cambiar la denominación que hasta ahora distinguía al Ejército del Aire por otro que responde al de Ejército del Aire y el Espacio. ¿ Que les parece la ocurrencia ? La verdad es que no habíamos caído en la cuenta de que los aviones circulan por el aire y también se adentran en el espacio cósmico y en ése punto digo yo que se imponía hacer precisiones.
Hablando en serio: éste es un ejecutivo que vive y subsiste a base de rimbombancia, propaganda barata, trituración del pasado y tonterías al por mayor. Y lo tremendo es que hace alarde de ello y muchos españolitos asienten y aplauden. Yo confieso: no soy del espacio.
