Buenos días. Me he hecho a menudo la siguiente pregunta: ¿ No tienen trabajo los ayuntamientos ? Planteo el interrogante ante la obsesión que les ha entrado a muchos municipios por vigilar, controlar y meter la cuchara en los asuntos del juego, privado naturalmente. El otro ni se toca porque es inmaculado, sin mancha y está muy alejado de cualquier tentación aditiva.
Soy de los que pienso, a la vista de las imágenes urbanas que presenta mi ciudad, y como ella las de la mayoría, que hay mucho problemas de tráfico, de limpieza, de salubridad, de iluminación, de ordenación urbana, de transporte público, de seguridad, de vigilancia, de ruidosidad y de no sé cuantas cosas más por resolver. Y en las que alcaldes y ediles deberían de esforzarse lo indecible puesto que hablamos de cuestiones que afectan a la calidad de vida de los ciudadanos, los que pagan religiosamente sus contribuciones y demandan por tanto unos servicios óptimos. Y cuando éstas cuestiones estén plenamente resueltas a satisfacción de los contribuyentes entonces pueden ocuparse, si les queda tiempo para aburrirse, de los asuntos del juego en los que no tienen competencia.
En éste caso los tiros son disparados siempre por los mismos, cuya adscripción política es facilmente reconocible. Fruto de ésa obsesión enfermiza con el juego es la resolución entre la Generalitat Valenciana y la Federación Valenciana de Municipios y Provincias para entrar por derecho en las cuestiones del juego. Y a partir de ahora ya saben: no faltarán las paridas ideológicas, las condenas políticas, las propuestas de medidas represoras y alguna que otra imbecilidad. Con un objetivo final: joder al juego privado. Y mientras mi calle con poca luz, huérfana de un barrido a fondo y con varias farolas apagadas desde hace meses. Pero los genios municipales consideran que lo del juego, vaya por Dios, es lo más urgente. Cosas que pasan.
