Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Estrés

27 de julio de 2021

Aquí todo hijo de vecino está estresado, quiere descansar, tumbarse al sol de la indolencia, gozar de la juerga y olvidarse del trabajo que, al parecer, no es salud como dicen. Todo quisque desea salir pitando, hacer la maleta, olvidarse de la hipoteca y el recibo de la luz que vaya tela y perderse por la playa o ascender la montaña cuyo aire purifica. Ya nadie aguanta más la jornada laboral, el fichar cada mañana, verle la cara al jefe o seguir dando la matraca con el ordenador. El calor aprieta y el asfalto amenaza con sus fuegos que invitan a abandonar la ciudad y poner rumbo al cambio de página, a romper el monótono guion de cada día, a salir al encuentro de la desinhibición, del solazamiento que nos transforma la cara y el espíritu y nos brinda alegría y quita penas. Tocan a rebato, suena la hora de la desbandada veraniega y son multitud los que demandan, por vía de urgencia, que llegue el momento de no dar golpe para mecerse en la hamaca del descanso que tantísimo se añora. Porque no se puede más.

Oiga que sí, que de acuerdo, que todo el mundo de vacaciones pagadas y viva la vida. Pero resulta que muchísima de ésa gente que asegura que está literalmente reventada por el trabajo se tiró varios meses sin pasar por la oficina o la fábrica, o pasó al ERTE o no le quedó más alternativa que cerrar el pequeño negocio. O sea que estuvo períodos dilatados tocándoselos,  pensando mucho y laborando nada, aburriéndose y estresándose todo en el mismo paquete. Digo yo que la cultura del esfuerzo, el compromiso con la faena y el amor,  sin excesos, por el trabajo no salen muy bien parados cuando tanto pueblo clama por unas vacaciones ya disfrutadas por decreto. Del presidente Sánchez, por supuesto.