Cada vez son más los bares tradicionales que cierran sus negocios. La falta de relevo generacional en algunos casos, la ausencia de vocación en otros por aquéllos llamados a explotar el negocio y el simple hecho de que las recaudaciones no justifican la dedicación y el esfuerzo empleados son las principales causas de la progresiva desaparición de una hostelería de carácter familiar y trato cercano.
Al tiempo que se certifica la desaparición gradual de muchos bares viene registrándose el afloramiento de otro tipo de establecimientos que ni son bares ni cafeterías ni ambas cosas a la vez. Se trata de franquicias con un nuevo concepto de la oferta y dirigido a un segmento de público por lo general joven que se ha convertido en su clientela más adicta. En la inmensa mayoría de éstos casos no tiene cabida la máquina recreativa, que no armoniza con la mentalidad ni las propuestas de ésa hostelería de nuevo cuño.
Este hecho justifica en buena medida las bajas progresivas que experimentan las máquinas en la mayoría de territorios autonómicos. Los parques de máquinas vienen dando testimonio de un declinar que se agudiza de un tiempo a ésta parte. Las causas las hemos expuesto a grandes rasgos. Queda por esclarecer que cartas habría que utilizar para dar cabida en la hostelería presuntamente moderna la instalación de la máquina de entretenimiento.
Son los fabricantes los primeros interesados en el asunto y los llamados a estrujarse las entendederas, algo que estoy seguro están haciendo, para dar con el modelo destinado a despertar la curiosidad de unos clientes poco acostumbrados a matar unos minutos de ocio recurriendo a la diversión y también emoción que brinda la máquina. Este es un reto y un desafío. El que la máquina sepa conquistar un mercado por explorar y explotar. Grande y ambiciosa papeleta.