Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Enemigos en casa

28 de marzo de 2022

En cierta ocasión escuché de sus labios a un regulador del juego valenciano decir: “estoy en el juego por mandato pero a mí particularmente no me gusta nada.” Lo dijo y se quedó tan ancho. Uno es prudente y lo único que hizo fue abrir mucho los ojos ante tamaña confesión dando cuenta gestualmente de su perplejidad. Lo normal hubiera sido responderle de manera concluyente: “vista su aversión hacía la actividad lo consecuente tendría que haber sido su renuncia al cargo.” Pero semejante propuesta no parecía entrar dentro de las coordenadas mentales de mi interlocutor puesto que a lo peor ponía en riesgo la percepción de una suculenta remuneración económica. O sea que no le gustaba la actividad pero sí en cambio el dinero que de su gestión se derivaba.

No ha sido un caso único ni mucho menos. Cuando las competencias no habían sido transferidas a las autonomías y el juego dependía del ministerio de Interior conocí en su despacho a Santiago Mendióroz. Un tipo hosco que no se cortaba un pelo al manifestar sus serios recelos sobre todo lo que se relacionaba con la actividad. Estaba al frente de la comisión que se ocupaba de la cosa y en su estreno del cargo me mostró su absoluta predisposición para intervenir con ánimo prohibitivo en cuantas cuestiones considerara nocivas bajo su prisma moral y contrarias a su férreo dogmatismo. Una joya aquél Mendióroz al que critiqué duramente y cuya reacción consistió en amenazarme verbalmente durante un encuentro en un acto público celebrado en Madrid.

Podría citar más ejemplos, producto de largas vivencias, de reguladores totalmente contrarios al juego por ellos tutelados y que demuestran el grado de contradicción que entraña ciertos nombramientos.