Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Bingo por sevillanas

5 de mayo de 2017

Sevilla vive el tramo final de una feria que es gloria bendita, alegría del alma y explosión de gracia de la buena. La feria es un canto primaveral que invita a la vida, que irradia energía y esperanza y que apuesta decididamente por el lado amable de la existencia. Ese lado que nos acerca a los momentos que hay que disfrutar y compartir, con la copla y el baile, la mazanilla, el jamón y el pescaíto frito, junto a los que nos quieren y queremos, aspirando el aroma de las rosas y sintiendo el calor de la amistad.

Para perderse en la feria de Sevilla cuando mayo estalla entre buganvillas y dondiegos y el real es una explosión de luces y palmas hay que contar con un anfitrión experto, que conozca el ritual y la liturgia de una manifestación ferial que hay que sentirla desde las entrañas, que hay que saber entenderla y saborearla y, de paso, tener la capacidad suficiente para trasmitir todos sus misterios.

Ignacio Benítez Andrade, sevillano de la cabeza a los pies, genio y figura de una ciudad que conoce en su intimidad más hermosa y definitiva y también en su vertiente más agradable, es un cicerone ideal para empaparse del embrujo de la feria. Para dejar transcurrir el tiempo mientras el corazón se eleva y brinca de júbilo ante la imagen multicolor de una feria que no se cansa de entonar el himno a la alegría, que invita a renovar la fe en lo grato que resulta el buen comer y mejor beber, la maravilla de la sonrisa de las mujeres y el júbilo desprendido del abrazo al amigo con la copa que une y refuerza los afectos.

Contando con éste embajador de la feria que es Ignacio Benítez no es de extrañar que cada año en su caseta se cante bingo por sevillanas. Y allí coincidan un año tras otro en peregrinaje de alegría quienes son gente de peso dentro del sector: Pepe Ballesteros, José Luis de Pedro, Emilio Rodríguez, Albert Zorrilla, Jesús Serrano y muchos más nombres que desbordan ésta crónica. Gentes que encuentran en Ignacio al animador atento y detallista de una manifestación colectiva única que sirve para ensanchar el alma y para quedarse, por los siglos de los siglos, junto a ésos balcones repletos de geranios que se besan en las callecitas del barrio de Santa Cruz por los que apenas cabe la luna, que es un puñal de plata.