Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Reconocimiento en las despedidas

21 de febrero de 2017

El adiós de Alfonso Palomares nos pone delante de una verdad insoslayable: la que marca el paso del tiempo que con su inexorable trascurrir va llevándose a personas y recuerdos y poniendo la palabra fin a muchas páginas de la vida y de la empresa que pasan a ser historia, pretérito, huellas de un ayer que sirven ya únicamente para alimentar la nostalgia.

De unos años a ésta parte estamos asistiendo a la desaparición de algunos de los nombres que pusieron en pié la industria del juego en España. Tipos peleones y atrevidos, trabajadores rocosos que en muchos casos suplieron con ingenio y audacia la falta  de conocimientos y medios para poner los pilares de una industria de la que hoy podemos sentirnos orgullosos.

Las leyes de la vida nos van privando, como no podía ser de otra manera, de la presencia de varios de aquéllos pioneros que impulsaron la gran aventura del juego en España. Los que edificaron, ladrillo a ladrillo, lo que andando el tiempo ha desembocado en una espléndida realidad económica y social de la que han surgido empresas, riqueza y empleo. Todo merced al empuje y atrevimiento de un puñado de empresarios, que van registrando bajas entre sus filas, y a los que quizás no se ha otorgado el reconocimiento que merecían. Pero sabido es que aquí la gratitud y la adjudicación de méritos sólo se alcanzan con ocasión de la muerte. Y en ocasiones ni aún así.

Sirva la despedida a Alfonso Palomares para dejar constancia que éste y otros decesos que últimamente se han producido, dejan al sector un poco huérfano, sin la presencia y el aliento de quienes, partiendo del cero más absoluto, nos legaron la herencia más valiosa: La de un sector que ha ido creciendo y superándose con el paso de los años. La memoria colectiva del juego nunca podrá olvidar a aquéllos que lo forjaron. Porque de hacerlo sería traidor a sus propias esencias.