Un movimiento solidario múltiple e incesante se está produciendo en España en favor de los damnificados por la riada de Valencia. No cesan los actos de ayuda, los brotes de generosidad surgidos de todas partes, los deseos de contribuir generosamente a la reparación de tanto daño causado, de tanto infortunio provocado. Es admirable éste despliegue del movimiento social que está produciéndose y que proclama bien a las claras que hay mucha gente, bastante más de la que creemos, con el corazón abierto hacia los demás, con la sensibilidad en permanente alerta para acudir en socorro de quién está demandando una mirada de atención, un gesto de apoyo.
Contrasta ésta reacción popular ante el infortunio de un pueblo, en éste caso el valenciano, con la lentitud de las máquinas administrativas impulsadas por los gobiernos nacional y autonómico. El primero dando la impresión de que el tremendo problema provocado por el desastre no es de su incumbencia, o lo es pero no en grado determinante. El segundo por no saber responder en tiempo y forma a los múltiples retos que se plantean con la celeridad requerida y la operatividad precisa para ir recobrando la normalidad en aquéllas familias que siguen sumergidas en el fango del papeleo y la burocracia extrema.
En casos excepcionales, y el de Valencia y los pueblos escenarios de un desastre sin parangón adquieren excepcionalidad evidente, resulta del todo punto prioritario agilizar al máximo las tramitaciones administrativas, dejarse de papeleos inútiles y enrevesados e ir por derecho a la simplificación del documento y conseguir así, en el menor espacio de tiempo posible, la materialización efectiva de una ayuda.
Enredar al personal con la redacción de expedientes prolijos y prolongar hasta no se sabe cuándo su resolución contribuirá, a no dudarlo, a encabronar mucho más de lo que está a una ciudadanía que lo ha perdido casi todo y cuya confianza en los políticos es poca o nula. De persistir en papeleos complicados para el damnificado el estallido social está asegurado. Y cuidado con el tamaño de la reacción.