Me entero por las páginas de SECTOR de que WYNN Resorts de Las Vegas se verá profundamente perjudicado por la política de aranceles aplicada por el presidente Trymp. Conozco bastante bien la meca universal del juego y sus espectaculares y recargados hoteles que en cuanto a lujo y medios, aunque con pinceladas muy horteras, se pueden catalogar, sin margen para el error, entre los mejores del mundo.
Con motivo del que fuera mi último viaje a Las Vegas gocé de la oportunidad de conocer el entonces último gran hotel inaugurado. Se trataba del WYNN, cuyo alarde arquitectónico, con la oferta de tiendas de superlujo y la ambiciosa ambientación de sus instalaciones dejaba atrás al resto de colosos hoteleros instalados en sus alrededores. Hablo del CAESARE PALACE, BELLAGIO, PARIS o VENETIAN en el que me alojaba siempre y del que guardo grata memoria por el sentido hospitalario de sus empleados que solían colmar de atenciones a los huéspedes.
Siendo los hoteles últimamente citados modelos de grandiosidad en la más plena acepción de la palabra no implica reconocer que, en la época que cito, la apertura del WYNN los dejó un tanto rezagados. Su estampa visual e interna constituía un espectáculo en diversas dimensiones que encandilaba por su fastuosidad llevada a límites increíbles en el caso que nos ocupa. Recuerdo que coincidí allí con Jesús Franco, que se estrenaba como cliente del WYNN, que era lo último en materia de confort y en la oferta de todo tipo de servicios.
Las Vegas, aparte de que su principal reclamo para visitar la ciudad consiste en la poderosa atracción de sus casinos, no descuida ni mucho menos cultivar el turismo de ocio y recreo, y el de congresos y profesionales que va incrementándose de ciclo en ciclo. Y para cerciorarse de que esto continúe siendo así se ocupa y preocupa de mantener de punto en blanco una batería de hoteles que constituyen un alarde en el más amplio de los sentidos, donde todo se cuida al detalle y nada se deja a la improvisación. Son unos hoteles sobrecargados, fantasiosos, muy propios de nuevos ricos o destinados a los que han pegado un pelotazo en la mesa de póker o en la ruleta. Pero en los que uno, y lo digo por experiencia, se siente muy a gusto y seguro metido de lleno en un universo hotelero de pura fantasía. Donde soñar cuesta poco y pagar la factura nos devuelve a la realidad. WYNN Hotel, en Las vegas, un derroche creativo.